“Cada uno va con la suya…”
“Cada uno va con la suya…”
A modo de relato, hago una reseña de la mirada ética en el contexto empresarial, en especial, cuando cada quien busca cómo sacar provecho de las circunstancias contables y de los profesionales que ejercen la contaduría pública.
En cierta ocasión, en una conversación con un empresario experto en el campo de la lavandería, él me platicaba sobre el rendimiento de sus insumos para poder dejar los ropajes impecables, pero a su vez se quejaba de que estos eran muy costosos, por lo cual se menguaba su competitividad. Ante dicho comentario, le pregunté sobre la posibilidad de recalcular la cantidad de insumos utilizada en cada tanda de lavado, frente a lo cual me replicó con vehemencia: “Yo no voy a maltratar a mis clientes con un servicio de mala calidad y restándole categoría a mi marca”. Vale hacer notar la gran molestia del empresario, ya que sintió además que su ética empresarial trataba de vulnerarse.
Posteriormente, superado el impase, retornó una charla calmada y amenizada con otros temas, abordando, incluso, algunas frases célebres y paremias relativas al honor y a la honradez publicadas por la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Por ejemplo: “Otros aspectos positivos de la honradez.: Quien vive como Dios manda, alegre anda. Vive y trabaja bien; no habrás menester alguien. A manos lavadas. Dios hace merced. Quien hace lo justo, duerme a su gusto. Un hombre honrado no tiene más que una palabra. Más vale vivir con honra que deshonrado vivir. Hombre honrado, antes muerto que injuriado” .
Y, seguramente podría seguir citando otros refranes o proverbios más, pero creo que tornaría aburrido este relato.
La ética nos compete a todos
Confinada la conversación sobre honor y honradez, después de mucha parla, abordamos un tema áspero, en este caso, para la mayoría de los colombianos, en especial para los empleados, la clase media y los empresarios en general: los impuestos.
En este marco, entre una palabra y otra relacionada con la conocida declaración de renta, el empresario de mi relato me plantea los siguientes interrogantes: “A ver, ¿usted que sabe de impuestos, ¿cómo hace uno para no pagar tanta renta?, pues esa se la roban los políticos y los contratistas”. Confieso que mi sorpresa fue mayor, pues yo había pensado que, con el tema tratado acerca de la cantidad de insumos aplicados al lavado de ropa, el empresario en mención me había dado una lección de pudor ético, por lo cual yo sentí que lo había ofendido en lo más profundo de sus entrañas.
Entendí entonces que “cada uno va con la suya”, pues la consideración es ser ético con su propio negocio, aunque puede permitirse pedir a los demás que no sean éticos con sus actividades o sus deberes. Y siendo realistas, hay que admitir que la profesión de contador público es un agente propicio para que circunstancias como estas se presenten permanentemente, además con soborno incluido, es decir, con el: “ayúdeme que ahí lo llevo”.
Con certeza, infiero que este no es el único caso y, por consiguiente, está claro que hay algo que no estamos comprendiendo, ya que solo valoramos –o cuestionamos–la ética en los demás y no tenemos ni un asomo frente a la escala propia para evaluar nuestro comportamiento.
Dar fe pública de unas declaraciones tributarias o de unos estados financieros, indicando que los datos contemplados allí, corresponden de manera fidedigna a la realidad es función exclusiva de una maravillosa profesión como la contaduría pública.
En todo caso, esperar un comportamiento ético de ambas partes es lo difícil, pues una vez se toma la confianza, hasta evadir impuestos se puede pedir. En ese sentido, creo que es el momento de promover que no se le pida a la contraparte lo que no se debe hacer, porque la ética nos compete a todos.
En medio de este contexto relatado, dimensiono la intención y el esfuerzo, tanto de la Facultad de Ciencias Contables de Uniremington, así como de la institución en general, de que formemos unos profesionales íntegros. La ética y muchos otros valores afines, son pautas que inculcamos todo el tiempo a nuestros estudiantes y lo hacemos con esmero y optimismo. De ahí en adelante solo queda esperar que nuestros egresados cumplan con sus juramentos en las profesiones que han de ejercer de cara a la sociedad.
Delitos comunes en la contabilidad (Braxton, 2011)
• Incumplimiento de las leyes referentes a la contabilidad, ya sea por desconocimiento o deliberadamente.
• Proporcionar información indebida y manipulada. En algunos países se le conoce como “contabilidad creativa”, mientras que en Colombia se le denomina “maquillaje contable”.
• Ocultamiento a socios, accionistas, asociados y a otros de la verdadera situación de la empresa, falseando balances, reflejando u omitiendo beneficios o pérdidas.
• Reducir los niveles de endeudamiento para conseguir préstamos bancarios y llamar la atención de inversionistas, haciendo creer que la empresa está expuesta a riesgos menores y aparentando estabilidad.
• Venta o cesión de activos falsos o ficticios (se incluye el lavado de activos).
Obviamente, estos son solo un ejemplo de esta clase de delitos, que demuestran hasta dónde se puede llegar para agradar a un jefe o a un empresario, conservar un cargo, así como realizar actividades con alto grado de desconocimiento de la normativa contable, financiera o tributaria o, simplemente, se hacen adrede.
Por:
Jorge Alcides Quintero Quintero
Decano de la Facultad de Ciencia Contables de Uniremington
jquintero@uniremington.edu.co
Imágenes copipegadas de: http://bit.ly/2HSb5h1 y http://bit.ly/2FTKIe0 (Pixabay: banco de imágenes gratuito / Enlaces con técnica de acortamiento aplicado). Imágenes seleccionadas por el editor.
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