La violencia que en silencio sufren las mujeres
Según el último informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la ONU Mujeres, publicado a finales de 2017, basado en la realización de encuestas en 33 países de América Latina, se afirma que es la región del mundo con mayor cantidad de casos de violencia contra las mujeres.
Desde una visión general, la violencia de pareja es un fenómeno complejo, ya que genera graves repercusiones en la salud física, psicológica, reproductiva y sexual de las personas involucradas y las directamente afectadas, que, en su mayoría, son las mujeres. De hecho, esta violencia es muy reiterada en Colombia, a lo que se suma que es una problemática que ha sido tolerada –en su parte negativa– e invisibilizada a lo largo de la historia del país, debido a que culturalmente se considera un “hecho común”, lo cual hace que estos actos violentos sean resistentes a las propuestas de cambio y de actitud.
Para ampliar el contexto, según el último informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la ONU Mujeres, publicado a finales de 2017, denominado: “Del compromiso a la acción: políticas para erradicar la violencia contra las mujeres en América Latina y el Caribe”, basado en la realización de encuestas en 33 países de la región, incluyendo a Colombia, se afirma que América Latina es la región del mundo con mayor cantidad de casos de violencia contra las mujeres, siendo las más constantes aquellas acciones cruentas ejercidas por la pareja.
Lo anterior es solo la punta del iceberg, puesto que se hace complejo recopilar la información sobre las agresiones hacia la mujer, ya sea por el miedo de las víctimas a las posibles represalias o por el estigma que se asocia a este tipo de violencia, la cual, se reitera, es aceptada como un hecho habitual y casi que inevitable en la convivencia de las parejas, espacio en donde es extrema la tolerancia y la impunidad, aspectos que finalmente agravan esta problemática.
Por otra parte, y de acuerdo con la Encuesta Nacional de Demografía y Salud realizada en Colombia en 2015, la cual censó 44 614 hogares y más de 80 000 personas, únicamente dos de cada diez mujeres agredidas se atrevieron a denunciar; la mayoría de ellas no buscaron algún tipo de ayuda, sobre todo, por el miedo a deteriorar su relación íntima, perder a su pareja o el apoyo económico que esta le brinda.
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses Medicina Legal – 2016
Estadísticas de violencia de pareja
• Se presentaron 50 707 casos de violencia de pareja.
• El 86 % de las víctimas fueron mujeres, es decir una tasa de 213,48 por cada cien mil habitantes.
Fiscalía General de la Nación – 2017
Estadísticas de violencia contra la mujer
• De cada 100 denuncias por violencia intrafamiliar, 10 mujeres fueron víctimas de feminicidio.
• Por cada 100 imputaciones de feminicidio, solo 42 terminaron en condena (María Paulina Riveros Dueñas, vicefiscal general de la Nación).
• La Fiscalía imputó cargos en contra de 736 personas.
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses Medicina Legal – 2016
Estadísticas de violencia contra la mujer
• Se perpetraron 122 homicidios (delitos consumados por sus parejas o exparejas).
• Incremento del 22 % en estos hechos con respecto a 2015 (también aumentaron los casos de violencia intrafamiliar, sexual e interpersonal).
• 6188 casos contra mujeres menores de edad, entre los 10 y 13 años de edad (33.89 %).
Si bien la crueldad contra la mujer puede darse en diversas formas, esta, en gran medida, se representa en la violencia psicológica, siendo una manera de abuso sutil y difícil de percibir, lo cual no significa que sea menos traumática para las mujeres que la padecen. Por desgracia, todavía muchas mujeres creen que si sus parejas les prohíben trabajar, salir con amigos, vestir de cierta manera o son muy celosas, lo hacen porque “las quieren”. Ciertamente, la violencia psicológica va más allá de los gritos o los insultos.
Infortunadamente, este tipo de violencia no cuenta con un registro de cifras oficiales, ya que se considera como un hecho asociado a los demás tipos de maltrato, además que es poco reportado por las víctimas. En consecuencia, entre las principales secuelas asociadas a la violencia psicológica se pueden mencionar, por ejemplo, la pérdida de la autoestima, el miedo a enfrentar a su pareja, la poca seguridad en sí misma, la creencia de que sin su pareja no podrán seguir adelante con su vida, e incluso, es un factor de riesgo para inducir al suicidio.
Siendo de otra manera explícitos, la violencia contra la mujer es un problema que se expresa en el arte, se evidencia en la televisión y se vive principalmente en los hogares, ya que el mayor agresor hacia la mujer es su pareja. En estos entornos, dichas acciones suelen tener un carácter íntimo y se cree, en el común de la sociedad, que los problemas de una pareja solamente deben importarle a esta –sin que nadie se entrometa–, lo cual, en la realidad, convierte a la pareja en el núcleo más privado de la sociedad en donde la violencia que allí se genera es una problemática que se niega de puertas hacia afuera.
Adicionalmente, este es un fenómeno con múltiples consecuencias sociales, puesto que no solamente menoscaba la salud de las parejas, sino que también amenaza la estabilidad, la seguridad y el bienestar social de las familias; de igual forma disminuye la producción económica y la formación de capital humano. Asimismo, se presentan altos costos en la atención de salud, protección y justicia de las mujeres afectadas, constituyéndose esta violencia en un limitante del desarrollo económico y social del país.
En general, aunque en Colombia hay leyes severas para proteger a las mujeres, hay una sensación de cierta indiferencia desde la institucionalidad para aplicarlas, lo que debilita todavía más los mecanismos diseñados para defenderlas y apoyarlas.
Ahora bien, es innegable que en el país se evidencian avances en diversas campañas que buscan prevenir los hechos de violencia contra la mujer e incentivar la denuncia de estas situaciones, pero, aun así, seguimos padeciendo la persistencia de construcciones sociales patriarcales fundadas en las relaciones de desigualdad e inequidad entre hombres y mujeres. Además, continúan arraigadas en tradiciones, costumbres y simbolismos que hacen de la erradicación de la violencia contra la mujer un trabajo complejo, aunque no imposible.
En suma, se requiere un compromiso para prevenir y luchar contra este fenómeno de la violencia que en silencio sufren una gran mayoría de mujeres. Es el momento de tomar conciencia de que es una problemática que nos compete a todos como integrantes activos de esta sociedad.
Imágenes copipegadas de: http://bit.ly/2vOVyMc y http://bit.ly/2fs3O9b , https://goo.gl/mfNiXL (Pixabay: banco de imágenes gratuito /Pinterest / Los enlaces tienen técnica de acortamiento aplicado). Imágenes seleccionadas por el editor.
Glosa: se autoriza la reproducción total o parcial del artículo, siempre y cuando se haga la citación del periódico En-Torno de Uniremington, el texto original, el autor o los autores, así como la propiedad de las imágenes, para no incurrir en la violación de la normativa de propiedad intelectual y de derechos de autor.
Por:
Venus Toro Arenas
Estudiante investigadora.
Programa de Negocios Internacionales de la universidad Eafit.
vtoroar@eafit.edu.co
Rubén Darío Arias Pérez
Estudiante investigador
Programa de Medicina de Uniremington.
ruben.arias.5865@miremington.edu.co