Monthly Archives: August 2017
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En 2015, en la primera edición de En-Torno, periódico universitario institucional de Uniremington, tuve el honor de continuar teniendo un espacio para compartir con ustedes la actualidad y el análisis de diversos aspectos relacionados con nuestra lengua española. En 2015, en la primera edición de En-Torno, periódico universitario institucional de Uniremington, tuve el honor de continuar teniendo un espacio para compartir con ustedes la actualidad y el análisis de diversos aspectos relacionados con nuestra lengua española. Precisamente, en noviembre de ese año, consideré pertinente tratar el tema relacionado con los manuales de estilo de las organizaciones que son de gran trascendencia a la hora de planear escritos de toda índole, e incluso, proyectos y módulos educativos. Hoy me permito aprovechar la tribuna de “Edublog”, en la intranet de Uniremington para recalcar acerca de este asunto (no se trata de “repetir” algo sin sentido), que en muchas ocasiones también es polémico en muchas instituciones. De hecho, quiero anotar que el título de esta columna –y el contenido, por supuesto–, si bien tiene una orientación general desde las perspectivas educacional y formativa, es intencional y enfocado a los canales editoriales de promoción y difusión de Uniremington, porque estos, a la par de las exigencias del medio y el mercado, demandan un manual de estilo, el cual, como algunos lo piensan –equivocadamente– no es exclusivo para los medios masivos de comunicación escritos. En consecuencia, una entidad que se precie de una coherencia entre su misión, filosofía, políticas, valores y objetivos, debe tener presente que es importante que todo ello se vea reflejado y unificado en un manual de estilo. Y, ¡cuidado!, por favor no confundir con el manual de etiqueta y protocolo empresarial –necesario también, claro está–. Guía asesora… En este orden de ideas, parto de la siguiente premisa: un manual de estilo institucional (enfocado hacia lo editorial, especialmente), no debe tomarse como una normativa “policiva” y restrictiva; al contrario, es una guía asesora para los escritos que procedan de la institución, incluyendo los que se publican en las redes sociales, los mensajes publicitarios y el uso de los elementos visuales que identifican a la entidad. Tengamos en cuenta también que somos parte de un entorno globalizado al cual debemos adaptarnos para una eficaz comunicación e interacción individual e interinstitucional. Para sustentar lo anterior, me permito retomar algunos conceptos que se expusieron en el “Décimos Seminario Internacional de Lengua y Periodismo - Manuales de estilo en la era de la marca personal”, que se realizó en octubre de 2015 en España, y cuya lección inaugural estuvo a cargo del escritor colombiano Héctor Abad Faciolince. Él, entre varias afirmaciones, hizo las siguientes: […] “Aunque soy todo menos un experto, me temo que debo anotar algo sobre el tema de este encuentro, los «Manuales de estilo periodísticos». Estos no son inútiles; nuestra lengua está llena de insidias, trampas, zancadillas, y al redactar uno siempre duda si poner las comillas antes o después del punto, o si escribir con mayúsculas o minúsculas el «a.m. y el «p.m. de ante y post meridiano, o si el plural de colibrí es colibrís o colibríes. Conviene que en un mismo periódico, en un portal de noticias o en un blog, este criterio no cambie en cada página, y que en la primera no escribamos Irak con k y en la quinta Iraq con q. A la hora de hablar o de escribir, todos tenemos simpatías, antipatías y prejuicios lingüísticos. Estos son tan caprichosos como los antojos en las embarazadas: raros e inmotivados. Pero debemos ser tolerantes y curiosos con las manías ajenas, y ponernos de acuerdo, para que sea más fácil leernos y comprendernos entre los distintos y distantes usuarios de este mismo idioma. La unidad no es un asunto de imperio, sino de claridad y de comodidad de lectura…” (El resaltado es mío) […] No sé si ustedes estarán de acuerdo, pero a mí me parece un poco antipático controlar cómo se peina, cómo se viste, cómo come, cómo habla y cómo escribe la gente. Sin embargo, uno no puede ni vestirse ni comer ni hablar como le dé la gana siempre y en todo lugar. Solo lo puede hacer hablando solo, estando solo, comiendo solo. Y como no vivimos solos casi nunca, y como escribimos para otros, existen estos manuales que, sin embargo, creo que no deberían ser de etiqueta gramatical, sino más bien de higiene lingüística, es decir, de claridad, porque la lengua es un medio de diálogo y de comprensión”. (El resaltado es mío) (Ver bibliografía) De otro lado, traigo a colación un concepto del reconocido filólogo español, Alberto Gómez Font, quien en una conferencia que ofreció en Lima (Perú), en febrero de 2015, afirmó: “El manual de estilo de una empresa busca la excelencia en el uso de la lengua y en algunos casos es elaborado para obtener «prestigio social»”. En esa ocasión, Gómez Font destacó además que: “Es positivo que cualquier empresa tome la decisión de tener cierto interés en que sus documentos estén bien escritos”. (Ver bibliografía) En general, en esta primera entrega de “Hacia un manual de estilo cohesionador”, artículo que gira en torno a los manuales de estilo, me motiva primordialmente hacer precisión sobre la necesidad de estos en cualquier empresa. Es importante siempre tener en cuenta que estos son una guía estilística integral que cohesionan editorialmente la misión, visión y proyectos de una organización académica, pensados y aplicados conforme a los retos actuales del entorno educativo nacional e internacional. En una segunda entrega me permitiré ampliar este tema, centrado más en los elementos de los manuales de estilo y en las conclusiones del “Décimo Seminario Internacional de Lengua y Periodismo - Manuales de estilo en la era de la marca personal”, realizado en España. Por: César Augusto Muñoz Restrepo Corrector de estilo institucional de Uniremington cmunoz@uniremington.edu.co Bibliografía web (mejor que “webgrafía” o “cibergrafía”): http://bit.ly/1LbhfWh y http://bit.ly/2vATQLn (Los Url tienen técnica de acortamiento aplicado) Imágenes copipegadas de: http://bit.ly/2vG5RhW, http://bit.ly/2xK07VK y http://bit.ly/2xukC9w (Pixabay: banco de imágenes gratuito / Los Url tienen técnica de acortamiento aplicado).
En la pasada entrega, me comprometí a que en este segundo y último capítulo de la serie “La cultura del lenguaje en Colombia, una mixtura de extranjerismos y coloquialismos”, compartiría con ustedes varios ejemplos concretos de términos y frases que enmarcan el “fenómeno” del uso, en unas veces abusivo, y en otras de forma incorrecta, de anglicismos y coloquialismos que “bombardean” a Antioquia y Colombia, y claro está, a otros países sura y centroamericanos, especialmente. En la pasada entrega, me comprometí a que en este segundo y último capítulo de la serie “La cultura del lenguaje en Colombia, una mixtura de extranjerismos y coloquialismos”, compartiría con ustedes varios ejemplos concretos de términos y frases que enmarcan el “fenómeno” del uso, en unas veces abusivo, y en otras de forma incorrecta, de anglicismos y coloquialismos que “bombardean” a Antioquia y Colombia, y claro está, a otros países sura y centroamericanos, especialmente. Me permito retomar dos apartes del artículo pasado, que creo que son pertinentes recordar para introducir los ejemplos: “[…] Los extranjerismos son aquellas que se importan sin modificaciones y las que causan más controversia ya que si bien a veces son necesarios, otras veces se utilizan por razones de distinción o por ignorancia del equivalente en español”.* (El resaltado en negrilla, es mío.) Y, por otra parte, “[…] como se dice en la filosofía popular: ‘todos los extremos son malos’. No es recomendable abusar de los coloquialismos en ciertos textos o medios que ameritan un lenguaje universal, debido a la diversidad de públicos que los pueden leer o escuchar; y, sobre todo, cuando, afortunadamente, ya no hay fronteras “invisibles” en el ciberespacio”. Listado “top” Comparto un “top” –he ahí el término que encabeza el listado- de esa mixtura de extranjerismos y coloquialismos que se han vuelto comunes para nuestros oídos, e incluso, en textos, principalmente publicitarios y electrónicos de las redes sociales. Extranjerismos: Top: adjetivo que en inglés se refiere a algo –o alguien– que está ubicado en la parte más alta o en el extremo superior de cualquier cosa. Ya es normal –lo que no quiere decir, aceptable–, oír o leer titulares en nuestro medio, como: “Top 10 de los países más felices del mundo”. Alternativas (así sean más extensas en español): “de primer nivel, sobresaliente, entre los mejores, de primera línea”… Community manager: la Fundación del Español Urgente (Fundéu), recomienda que “se opte por términos españoles como gestor o responsable de comunidades virtuales, digitales, en línea o de internet”. Vale aclarar que no faltan los charlatanes e irreverentes que lo denominan como: “‘chateador’ remunerado”. Outsourcing: se define como asesoría externa. En los países hispanos, en un limpio español, se puede denominar como: externalización y tercerización. Speaker: aclara la Fundéu que “En muchos casos, la voz inglesa speaker es un anglicismo innecesario que es preferible sustituir por equivalentes españoles como: portavoz o vocero; ponente o conferenciante; orador, interlocutor, presentador, animador o locutor, según el contexto. conferencista. Outlet: algunos de sus significados en español, son: salida, desembocadura y desagüe. En general, en nuestro medio, se define como “tienda de productos descatalogados y rebajados”; mejor dicho, y adelantándome a una expresión coloquial del listado respectivo, es un almacén donde se “desenhuesan” de mercancía de mala calidad y con poca posibilidad de venderse. Ranking: o “ranquin” como la hemos adaptado. Mejor: lista, tabla clasificatoria, clasificación o escalafón (acorde con las circunstancias). Online: u on-line. Mejor: en línea. Crossover: su significado para el español es “fusión”. Para colmo, ha sido mal adaptado por los establecimientos de esparcimiento y discotecas que se promocionan con “música crossover”, ya que esto último realmente es “combinar elementos de rítmicas y expresiones que por costumbre no suelen ir juntas en una misma composición” y no forzar la audición, por ejemplo, de la mezcla de baladas con el punk, seguido de un porro sabanero. Shopping y mall: centro comercial o centro de compras (en nuestro medio es más utilizado por que se cree que da caché). Monitorear: es mejor utilizar monitorizar, supervisar o vigilar (el anglicismo que sirvió de raíz es monitor que significa pantalla de control) Coloquialismos: Retomo varias expresiones coloquiales que se utilizan mucho en nuestro medio y otros países de Latinoamérica, los cuales se registran en el diccionario oficial de la Real Academia Española de la lengua (DRAE) y en el diccionario de Americanismos, proveniente de la RAE. Y reitero que ello no avala el abuso de esos regionalismos: Desenhuesarse: se utiliza sobre todo en Colombia con el significado de “Deshacerse de mercancía de mala calidad y sin posibilidad de venta”, como se hace en los outlet de los cuales ya hice referencia. Alebrestado(da): alborotado (que obra sin reflexión); que muestra ensoberbecimiento; que se enamora con frecuencia; enfadado, enojado. Bacán(a): en lenguaje juvenil, muy bueno, estupendo, excelente; dicho de una persona o de un espectáculo (taquillero). Buseta: (de bus); autobús pequeño. Carcacha: Máquina, aparato o vehículo inútil y desvencijado. Chanchullo: (de chancha); Manejo ilícito para conseguir un fin, y especialmente para lucrarse. En Colombia, es muy conocido –y usado–. Desinflar: desanimar, desilusionar rápidamente. Embarrar: causar daño, fastidiar; cometer un delito; equivocar; estropear (echar a perder). Encanar: (de cana); en el lenguaje del hampa, meter a alguien en la cana, de la que salvan muchos corruptos y chanchulleros en Colombia. Filo: hambre (ganas y necesidad de comer). Por ahora, un fraternal good bye, esperando que “todo bien, todo bien”, como diría El Pibe. César Augusto Muñoz RestrepoPor: Corrector de estilo institucional de Uniremington cmunoz@uniremington.edu.co Bibliografía web (mejor que “webgrafía” o “cibergrafía”): http://bit.ly/1XijHBk, http://bit.ly/2va62q8, http://bit.ly/2wBObIX, http://bit.ly/2vsMpov, http://bit.ly/2wrnqqf y http://bit.ly/2xfHYzN (Los Url tienen técnica de acortamiento aplicado) Imágenes copipegadas de: http://bit.ly/2g8Kkw6, http://bit.ly/2iuO9fY y http://bit.ly/2xfNBOd (Pixabay: banco de imágenes gratuito / Los url tienen técnica de acortamiento aplicado).
En dos entregas, en primer lugar, esbozaré una brevísima reflexión sobre esa mixtura de extranjerismos y coloquialismos en nuestra cultura de habla hispana; y en un segundo capítulo, plasmaré unos ejemplos concretos de términos y frases que enmarcan dicho fenómeno. En dos entregas, en primer lugar, esbozaré una brevísima reflexión sobre esa mixtura de extranjerismos y coloquialismos en nuestra cultura de habla hispana; y en un segundo capítulo, plasmaré unos ejemplos concretos de términos y frases que enmarcan dicho fenómeno. Ahora bien, en el titular, nombro solo a Colombia como “sede” de esa cultura de dicha mezcla –indiscriminada, en mi opinión– de extranjerismos (especialmente, anglicismos) y expresiones coloquiales, sobre todo porque es el país del cual soy nativo y en donde cohabito; sin embargo, es necesario reconocer que esta práctica también es rutinaria en otras regiones latinoamericanas, como por ejemplo, México, en donde la “excusa” es ser vecino fronterizo de los Estados Unidos y la gran cantidad de mexicanos que allí migran –y emigran– y que van y regresan al país “manito”. También puedo nombrar, sin entrar en detalles de antecedentes, a Panamá, Argentina, Costa Rica, Nicaragua, e incluso, Puerto Rico. En estos países, cuyos primeros idiomas oficiales es el español, la cultura del lenguaje –bien o mal–se caracteriza por la mixtura a la que me refiero en este artículo. Los extranjerismos innecesarios Debo hacer una clasificación que básicamente utilizan los defensores del idioma español en relación con los extranjerismos. Para el efecto, retomo unas definiciones textuales de la licenciada Natalia Álvarez, publicadas en: “Revistadigital” (Inesem – Business School (http://bit.ly/2uvDuY1 / Url con técnica de acortamiento aplicado): “En ocasiones da lugar a un calco, estas implican la idea de traducción del término como en baloncesto de basketball en inglés o falso amigo del francés faux amis. Otras veces la traducción no resulta sencilla bien porque no existe un equivalente apropiado o bien porque hay que utilizar muchas palabras para designar el significado. En esos casos es cuando se opta por adoptar la palabra como tal, como la palabra “chat” que ya se ha integrado totalmente en el léxico español y esto da lugar a los préstamos y los extranjerismos. Los préstamos son las palabras incorporadas que sufren modificaciones fonéticas o gráficas para adaptarse a las normas de la lengua de destino, por ejemplo: fútbol de football en inglés o corsé del francés corset. Los extranjerismos, son aquellas que se importan sin modificaciones y las que causan más controversia ya que si bien a veces son necesarios, otras veces se utilizan por razones de distinción o por ignorancia del equivalente en español. (El resaltado en negrilla, es mío.) […] En el otro extremo se sitúan aquellos extranjerismos cuyo uso es totalmente innecesario: pagar en cash (efectivo), montar un show (espectáculo), hacer un tour (gira), contar followers (seguidores), estar encantado de ser single (soltero) y muchos más. Tanto su uso como el número de términos extranjeros que utilizamos, casi todos procedentes del inglés, aumenta a gran velocidad en todos los ámbitos, la prensa, el deporte, el trabajo, la moda, la tecnología, etc. Esto se debe a múltiples factores: por un lado, la gran exposición que sufrimos al inglés y, por otro, la rapidez en los medios de comunicación que facilita el contacto y el trasvase entre unas y otras lenguas”. (El resaltado en negrilla, es mío.) En lo particular, los extranjerismos innecesarios son los que, desde mi punto de vista, “afectan” más la cultura comunicativa en los países de habla hispana. En este contexto, también hay que aceptar que la mixtura tiene otra razón de ser: la “generación Y”, denominados como “milenial” (30 años de edad o menos) son los que más usan extranjerismos, en especial, porque sus fuentes de búsqueda y comunicación son el internet y las redes sociales, en donde abundan los extranjerismos, las “abreviaturas del lenguaje” y la comunicación por símbolos. El abuso de los coloquialismos regionales En el marco de la dinámica de nuestro idioma, la Real Academia Española de la lengua, ha tenido que ser flexible y abierta a aquellas expresiones que se afincan en los países de habla hispana, bien sea como términos que se desprenden de otras palabras antiguas del castellano o porque son tradicionales en una región y acogen un significado que enriquecen las alternativas de nuestro idioma. En este contexto, por ejemplo, existe un diccionario especializado de colombianismos y americanismos. Y de hecho, en el diccionario oficial de la RAE (el DRAE), al buscar el significado de ciertas palabras, hay una orientación frente al uso o equivalencia en algunos países determinados. Sin embargo, como se dice en la filosofía popular: “todos los extremos son malos”. No es recomendable abusar de los coloquialismos en ciertos textos o medios que ameritan un lenguaje universal, debido a la diversidad de públicos que los pueden leer o escuchar; y sobre todo, cuando, afortunadamente, ya no hay fronteras “invisibles” en el ciberespacio. Desde el punto de vista de las generaciones, se puede generalizar, que los coloquialismos provienen o son muy utilizados por adultos mayores o “Baby Boomers”, como los nombran en el idioma inglés (nacidos en el segundo y tercer cuarto del siglo XX), e incluso, por la “generación X” (entre 30 y 54 años de edad), la cual le sigue, cronológicamente. En mi opinión, hay ocasiones que no debemos arriesgar la claridad del mensaje por ser exageradamente populistas, y particularmente, en medios de comunicación que ya no son de carácter parroquial, siendo claro en que esto lo expreso sin menosprecio por los medios alternativos y locales que son de gran apoyo para muchas regiones apartadas de nuestro país. Continuará… Por:Imágenes copipegadas de: http://bit.ly/2vWiPwD, http://bit.ly/2vq5gUv y http://bit.ly/2vtLXZ1 (Pixabay: banco de imágenes gratuito / Los url tienen técnica de acortamiento aplicado). César Augusto Muñoz Restrepo Corrector de estilo institucional de Uniremington cmunoz@uniremington.edu.co
En esta tercera ý ultima entrega de esta serie temática, reseño unas pautas adicionales que creo pueden ser útiles para ese esquema general que todos debemos tener en cuenta al momento de escribir con el propósito de publicar un escrito específico. En esta tercera y ultima entrega de esta serie temática, reseño unas pautas adicionales que creo pueden ser útiles para ese esquema general que todos debemos tener en cuenta al momento de escribir con el propósito de publicar un escrito específico. En relación con el ítem de la segunda entrega: “Proceso para elaborar un artículo científico publicable”, agrego otros consejos básicos: Revise textos clásicos o buena literatura relacionada con el tema que usted está tratando y observe cómo inician esos escritos. Le pueden servir de modelos. Decida qué orden dará al texto, apoyándose en la tabla de contenido o esquema elaborado antes de la consulta bibliográfica. Es muy importante que el autor piense en el lector o público al que va dirigido su texto y le presente, en consecuencia, un escrito claro, coherente y que se constituya en una experiencia de aprendizaje. Para escritos en español, evite precisamente el uso de palabras que no estén españolizadas o que no tengan una circulación amplia entre el público al que va dirigido texto. Abstenerse de utilizar palabras mal configuradas o con fallas en su construcción gramatical. Por ejemplo: investigamiento, relacionamiento, discursividad, lecturabilidad, escriturabilidad, problémico, referencialidad, adultización, juvenilización, representacional, pedagogizar, internalizar, agendación, redimensionamiento, gerenciamiento, entre otras. Evite usar, en lo posible, lo que se denomina como: “frases hechas” o “frases de cajón”, las cuales, al final, poco o nada aportan al texto. Por ejemplo: “oposición en clave de resistencia”; “la lógica de la economía del consumo”; “la cultura de la violencia”; “la lógica racional de las necesidades” o “la lógica individual de las apariencias”; “reproducción en clave de caricatura”; “realzar la relevancia”; “estudios a nivel de deserción escolar”; entre otras. La importancia del método de escritura Muchos autores enfatizan en la importancia de un método de escritura, ya que este permite la elaboración del manuscrito mediante un proceso ordenado, coherente y lógico, reduciendo los esfuerzos de revisión y reescritura. Eso sí, es casi que imposible obtener la versión final en el primer borrador. Usualmente, los evaluadores interpretan “una presentación pobre del manuscrito” como una falta de interés o de rigor, de tal forma que se aumentan las probabilidades de que rechacen el texto. En este contexto, un proceso coherente podría resumirse en los siguientes tres pasos básicos: Preparar las tablas-figuras del manuscrito y los párrafos en que se discute sobre su contenido. Escribir las secciones del escrito, aplazando para el final los apartes de la introducción, las conclusiones y el resumen. Realizar la revisión final de estilo. El estilo El estilo tiene que ver en la forma como el autor escribe; si bien este es un aspecto subjetivo, existen unos principios básicos, y de alguna forma universales, que muchos autores reiteran en sus tratados sobre esta temática. Algunos parámetros, son: Oraciones precisas, concretas, informativas y simples, evitando las “verdades generales” o las frases que no aportan hechos concretos. Se debe facilitar la lectura usando frases y párrafos cortos. No se deben presentar explicaciones largas sobre principios bien conocidos o teorías que son propias del cuerpo de conocimientos especí-ficos de los potenciales lectores. Un principio de gran importancia: hay que separar los resultados de su interpretación (es una técnica que facilita la lectura). Hay que tener en cuenta que la escritura deficiente es una causa de rechazo por parte del editor, incluso antes de que los pares hayan revisado el manuscrito. Recomendaciones para la revisión del texto No se detenga en perfeccionar la escritura; lo primero es lo primero: escriba; luego, dé una mirada global al texto para empezar a hacer los ajustes que requiera. Lea como escritor y pregúntese: ¿se entiende este escrito?, ¿qué hay que mejorar?, ¿el escrito dice exactamente lo que está en mi mente? Lea como lector: incorpórese en la mente de su posible lector: ¿entiende lo que dice el texto?, ¿está de acuerdo?, ¿qué opinión le merece? Hable con un lector real: pídale a un colega que le dé su concepto sobre el texto. Recíbalo como un aporte para mejorar. Imagine un diálogo con el lector: ¿qué preguntas podría hacerle sobre su texto?, ¿cómo le respondería usted? Adopte una actitud crítica: relea el texto como si fuera un crítico implacable. Busque todo lo que los lectores puedan cuestionar. “No dore la píldora”; sea crudo en su crítica. Lea el texto en voz alta: el oído es un excelente medio para detectar cacofonías, falencias… ¿Le gusta cómo suena su escrito? Compare planes: retome la versión original, su tabla de contenido y compare con el texto ya terminado. ¿Ha olvidado algo?, ¿le sobra algo?, ¿responde a su pregunta inicial? Subraye o resalte: lea el texto y resalte lo que no le gusta. Así podrá ajustarlo hasta que quede satisfecho. No abuse de recursos como los conectores: pueden oscurecer más que aclarar su escrito. A modo de conclusión En la vida académica se pueden presentar aciertos y errores en la publicación de artículos. Un análisis intensivo de dichos aciertos y errores puede generar una mejora significativa en la aceptación de los artículos por parte de las revistas y congresos. En especial, los investigadores en formación, deben desarrollar habilidades de comunicación escrita y, particularmente, destrezas coherentes con la publicación de manuscritos científicos. Reitero: todo lo que he dejado plasmado en esta serie son aspectos que no configuran un “articulado normativo”, sino que se convierten en unas pautas flexibles, las cuales he compilado de diversos textos pedagógicos sobre redacción de textos y de conceptos de especialistas en esta temática. Bibliografía recomendada: CASSANY, Daniel. La cocina de la escritura. 6ª ed. Barcelona: Anagrama, 1998. CORREA RESTREPO, Lorenza. Actualización del lenguaje. 4ª ed. Primera reimpresión Medellín: Sello Editorial Universidad de Medellín, 2010. GRIJELMO, Álex. La gramática descomplicada. 1ª ed. en Colombia. Bogotá: Taurus, 2007. ICONTEC. Trabajos escritos: presentación y referencias bibliográficas. Sexta actualización. Bogotá: ICONTEC, 2008. INSTITUTO CERVANTES. Saber escribir. 3ª reimpresión en Colombia. SÁNCHEZ LOBATO, Jesús (Coord.). Bogotá: Aguilar, 2007. MOLINER, María. Diccionario de uso del español. 2 tomos. 3ª ed. Madrid: Gredos, 2007. PAREDES, Elia. Prontuario de lectura, lingüística, redacción, comunicación oral y nociones de literatura. 2ª ed. México: Limusa, 2008. REAL ACADEMIA ESPAÑOLA. Diccionario de la lengua española. Vigésima segunda edición. Madrid: Espasa Calpe S. A., 2001. REAL ACADEMIA ESPAÑOLA. Diccionario esencial de la lengua española. Madrid: Espasa Calpe S. A., 2006. REAL ACADEMIA ESPAÑOLA. Diccionario panhispánico de dudas. Bogotá: Santillana, 2005. SERAFINI, María Teresa. Cómo redactar un texto. Barcelona: Paidós, 1999. Imágenes copipegadas de: http://bit.ly/2khdAlO, http://bit.ly/2vpVT5L y http://bit.ly/2oGXSPQ (Pixabay: banco de imágenes gratuito / Los URL tienen técnica de acortamiento aplicado). Por: César Augusto Muñoz Restrepo Corrector de estilo institucional de Uniremington cmunoz@uniremington.edu.co