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Educación

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Clínica Veterinaria Uniremington
Clínica Veterinaria Uniremington

El programa de Medicina Veterinaria, además de los medios institucionales. Cuenta con una sede campestre ubicada en el km 9 Vía santa Elena, la cual inicialmente fue concebida como un centro social para la institución y posteriormente se adaptó como una sede de prácticas para los estudiantes de la Facultad de Medicina Veterinaria. La sede de Santa Elena actualmente cuenta diferentes áreas, dotadas con medios educativos para apoyar el proceso formativo de los estudiantes del programa de Medicina Veterinaria. Para tal fin cuenta con: -Laboratorio -Aula-laboratorio -Quirófano La sede cuenta además con diversas áreas, herramientas y elementos necesarios para el desarrollo de las actividades educativas, de extensión e investigación, tales como áreas de huerta, vivero, establos, perreras, consultorio, entre otras.   Conoce más

Colombia: 5 carreras para el futuro en el país
Carreras del futuro

Escoger una carrera profesional es una de las decisiones más difíciles de tomar, ya que, cuando se elige la carrera se elige el futuro profesional. Para decidir bien es necesario tener en cuenta nuestras afinidades y habilidades en determinadas áreas del conocimiento (enlace al test vocacional), las cuales determinarán qué queremos estudiar. Sin embargo, es normal encontrarse con un amplio panorama en cuanto a carreras y sentirse un poco perdido en la toma de dicha decisión, puesto que existe muchísimas opciones. Pero, ¿cómo elegir una carrera afín y vigente en el contexto colombiano?, para eso tenemos este ranking de 5 carreras con una buena proyección laboral en el país: 1. Administración de empresas Si te gustan los procesos de los negocios en el ámbito local, nacional o internacional, el desarrollo social y económico del país esta es la carrera para ti. Administración de empresas es una de las carreras con mayor demanda laboral y amplio campo de acción en Colombia, con un promedio de 7.000 ofertas mensuales para administradores y una amplia tasa salarial, y de vinculación: 86% en promedio. 2. Ingeniería de sistemas Para quienes gustan de mejorar la calidad de vida de las personas y las organizaciones a través de sistemas y del uso de las tecnologías de la información y la comunicación, para hacer más ágiles y fáciles las tareas complejas como las del día a día, la ingeniería de sistemas es la carrera recomendada. Esta es una de las carreras con alto porcentaje de ocupación y, además, se sitúa también en la tasa de salarios altos. 3. Contaduría En 2017 suena con fuerza la contaduría como una de las carreras importantes en Colombia, quienes son los encargados de procesar hechos financieros, económicos y sociales que ocurren en las organizaciones, como imagen veraz de las cifras y la información relacionada con estas. Una carrera con alta oferta laboral para los profesionales de la contaduría, los cuales son difíciles de encontrar en el mercado. 4. Publicidad, comunicación, periodismo y marketing Estas carreras de áreas de las comunicaciones tienen alta demanda y vigencia gracias a la evolución de la comunicación y de internet.  Cada vez es mayor la tendencia a tener profesionales de estas áreas generando las estrategias de comunicación online y offline para las organizaciones, si te gustan estas áreas, estas son grandes opciones profesionales. 5. Sicología Al igual que las áreas de la comunicación y el mercadeo, los profesionales de estas áreas tienen gran participación en los sectores organizacionales, sociales y económicos, por su perfil y las nuevas tendencias laborales. Esta carrera ocupa el 2% de las ofertas laborales nacionales. Recuerda, elegir la carrera para tu futuro es muy importante, por ello debes tomarte el tiempo de descubrir tus gustos y afinidades, ya que, de estos dependerá que tu formación profesional sea un éxito y seas ese profesional que el mercado laboral actual está necesitando.   Conoce más   Fuentes:  http://noticias.universia.net.co/educacion/noticia/2015/12/17/1134832/20-carreras-universitarias-mayor-demanda-mejor-pagadas-colombia.html http://www.elempleo.com/co/noticias/investigacion-laboral/conoce-el-informe-de-tendecias-laborales-de-elempleocom-5166 http://www.dinero.com/economia/articulo/las-carreras-con-mayor-ofertas-de-empleo-en-colombia/241961

Hacia un manual de estilo cohesionador (y II)
Manual estilo cohesionador

En la primera entrega de esta temática en Edublog, en la intranet de Uniremington, me referí a que “un manual de estilo institucional (enfocado hacia lo editorial, especialmente), no debe tomarse como una normativa “policiva” y restrictiva”. En la primera entrega de esta temática en Edublog, en la intranet de Uniremington, me referí a que “un manual de estilo institucional (enfocado hacia lo editorial, especialmente), no debe tomarse como una normativa “policiva” y restrictiva”. Igualmente, retomé de forma argumentativa algunos conceptos que se expusieron en el “Décimo Seminario Internacional de Lengua y Periodismo - Manuales de estilo en la era de la marca personal”, realizado en España en 2015, y cuya lección inaugural estuvo a cargo del escritor colombiano Héctor Abad Faciolince, de quien cité algunas opiniones al respecto. Para volver al hilo del asunto, en la pasada edición precisé sobre la necesidad de los manuales de estilo editoriales en cualquier organización (comercial, gubernamental, académica, etcétera). En esta oportunidad amplío estos aspectos, centrado más en los elementos de dichos manuales y en las conclusiones del seminario internacional al que ya hice alusión. Reitero: los manuales de estilo en cualquier organización son de gran trascendencia a la hora de planear escritos de toda índole, e incluso, proyectos y módulos educativos. “Norma y estilo no se oponen, se complementan” Navegando en internet y explorando sobre la importancia y referentes de los manuales de estilo, me encontré con múltiples opiniones y reflexiones sobre su elaboración y aplicación-. En este sentido, apelo entonces a mi subjetividad –de buena fe, claro está– transmitiendo algunos conceptos de la comunicadora social y teóloga española, Esther Azón Fernández (productora y guionista de radio y TV; responsable de comunidades virtuales o community manager; redactora de noticias y presentadora de noticieros). Ella me ayuda a responder una pregunta que es muy común en nuestro medio, especialmente en el ámbito académico: ¿Qué son y para qué sirven los manuales de estilo? “Los manuales de estilo otorgan identidad, y constituyen un conjunto de normas para la escritura y el diseño de documentos, que proporcionan uniformidad en el formato. Hay tantos, y son tan variados, como el propio propósito de los mismos. Pero su utilidad es innegable para la unificación de estilos, la redacción, y la presentación de cualquier documento o publicación. Un manual de estilo no se crea para enseñar a escribir o cómo aplicar una determinada regla ortográfica, sino para reglamentar preferencias de uso. Aborda, de forma detallada, cuestiones relativas a la escritura y al lenguaje; a los aspectos formales de la lengua escrita, así como también a los aspectos gráficos, técnicos y funcionales en el caso de los sitios web y de las aplicaciones”. (Los resaltados son míos e intencionales). Ester Azón reflexionó además sobre algunos ámbitos muy cercanos a nosotros, como lo son el académico, el investigativo y el organizacional: […] las guías de estilo se revisan y adaptan periódicamente, y su principal función es establecer preferencias o matizar normas en ciertos contextos, tan variados como las disciplinas existentes. Por ejemplo, a los investigadores se les recomiendan unas pautas de estilo para sus artículos y libros; y a los autores, los editores les proporcionan sus propias directrices. Los departamentos de comunicación de las empresas tienen su manual de estilo editorial, y las ONG los suyos. Los diarios tienen, además de sus diversas líneas editoriales, manuales de estilo específicos sobre muchas otras cuestiones, entre las que se encuentra, por ejemplo, el diseño gráfico para la maquetación de sus páginas”. (Los resaltados son míos e intencionales). Sumado a lo anterior, quiero destacar algunos apartes de las conclusiones del “X Seminario Internacional de Lengua y Periodismo - Manuales de estilo en la era de la marca personal”, realizado en octubre de 2015 en San Millán de la Cogolla (La Rioja) - España): “[…] 1. Norma y estilo no se oponen, se complementan Sin norma no hay estilo; es necesario conocerla antes de adoptar decisiones estilísticas, antes de innovar. 2. Los libros de estilo siguen teniendo sentido Los libros de estilo de los medios siguen teniendo sentido: los ayudan a dotarse de una voz propia, marcan preferencias cuando hay varias posibilidades admisibles, iluminan las zonas grises de la norma, ayudan a interpretar las grandes obras académicas, que en ocasiones son complejas... 3. Los libros de estilo no pueden estar en un altar En demasiadas ocasiones, los libros de estilo se quedan en las estanterías y se consultan poco. Hay que lograr que sean orgánicos, que formen parte de la cultura de la redacción. 4. Los manuales de estilo pueden ser útiles para el público Los manuales de estilo más generales, dirigidos a un público amplio, más allá de los límites de las redacciones, tienen utilidad en esta época en la que cada ciudadano es un medio capaz de comunicar y busca orientación para expresarse correctamente. 5. Los libros y manuales de estilo deben adaptarse a los nuevos tiempos  Los libros y manuales de estilo deben contemplar que los contenidos creados para internet responden a unas pautas de escritura y lectura adaptadas a las pantallas y en las que no solo se escribe para personas, sino también para robots, especialmente para los buscadores. 6. Eliminar y adelgazar los sistemas de edición y corrección de los medios compromete su calidad Además de libros de estilo, los medios necesitan correctores, asesores lingüísticos o editores profesionales que revisen el producto final. 7. Los correctores hacen mejores escritores y periodistas Libros de estilo y correctores-asesores lingüísticos profesionales son complementarios. Los segundos recurren a los primeros, los consultan y aplican. El autor suele ser el peor corrector de su propio texto. Se necesita un ojo entrenado (para detectar), imparcial (no implicado en el texto) y conocedor de los recursos (como los manuales de estilo). (El resaltado es mío e intencional). La relación entre corrector y redactor ha de ser de confianza. Un buen corrector hace mejores redactores. La labor de estos profesionales de la calidad del texto es accesible y asequible y, en un mundo en el que todos somos o podemos ser medios, deberá estar presente en ámbitos donde hasta ahora apenas lo ha estado: blogs, autoedición…” En síntesis, un manual de estilo aporta al fortalecimiento de una identidad institucional, la cual, en términos reales es la que marca la diferencia y la notoriedad frente a otras organizaciones. Desde luego, ello exige el seguimiento y respeto de una normatividad establecida, la que debe entenderse como una “guía asesora para los escritos que procedan de la institución, incluyendo los que se publican en las redes sociales, los mensajes publicitarios y el uso de los elementos visuales que identifican a la entidad”, tal como lo planteé en la primera entrega de esta temática.   En suma, debemos tener en cuenta que somos parte de un entorno globalizado al cual debemos adaptarnos para una eficaz comunicación e interacción individual e interinstitucional. César Augusto Muñoz RestrepoPor: Corrector de estilo institucional de Uniremington cmunoz@uniremington.edu.co Bibliografía web (mejor que “webgrafía” o “cibergrafía”): HopeMedia (http://bit.ly/2iX0zNX) y Cotranslating (http://bit.ly/2gEaYx4) / Los enlaces tienen técnica de acortamiento aplicado.   Imágenes copipegadas de: http://bit.ly/2w0cITu, http://bit.ly/2eE9R01 y http://bit.ly/2vFswzw   (Pixabay: banco de imágenes gratuito / Los enlaces tienen técnica de acortamiento aplicado).

Hacia un manual de estilo cohesionador (I)

En 2015, en la primera edición de En-Torno, periódico universitario institucional de Uniremington, tuve el honor de continuar teniendo un espacio para compartir con ustedes la actualidad y el análisis de diversos aspectos relacionados con nuestra lengua española. En 2015, en la primera edición de En-Torno, periódico universitario institucional de Uniremington, tuve el honor de continuar teniendo un espacio para compartir con ustedes la actualidad y el análisis de diversos aspectos relacionados con nuestra lengua española. Precisamente, en noviembre de ese año, consideré pertinente tratar el tema relacionado con los manuales de estilo de las organizaciones que son de gran trascendencia a la hora de planear escritos de toda índole, e incluso, proyectos y módulos educativos. Hoy me permito aprovechar la tribuna de “Edublog”, en la intranet de Uniremington para recalcar acerca de este asunto (no se trata de “repetir” algo sin sentido), que en muchas ocasiones también es polémico en muchas instituciones. De hecho, quiero anotar que el título de esta columna –y el contenido, por supuesto–, si bien tiene una orientación general desde las perspectivas educacional y formativa, es intencional y enfocado a los canales editoriales de promoción y difusión de Uniremington, porque estos, a la par de las exigencias del medio y el mercado, demandan un manual de estilo, el cual, como algunos lo piensan –equivocadamente– no es exclusivo para los medios masivos de comunicación escritos. En consecuencia, una entidad que se precie de una coherencia entre su misión, filosofía, políticas, valores y objetivos, debe tener presente que es importante que todo ello se vea reflejado y unificado en un manual de estilo. Y, ¡cuidado!, por favor no confundir con el manual de etiqueta y protocolo empresarial –necesario también, claro está–. Guía asesora… En este orden de ideas, parto de la siguiente premisa: un manual de estilo institucional (enfocado hacia lo editorial, especialmente), no debe tomarse como una normativa “policiva” y restrictiva; al contrario, es una guía asesora para los escritos que procedan de la institución, incluyendo los que se publican en las redes sociales, los mensajes publicitarios y el uso de los elementos visuales que identifican a la entidad. Tengamos en cuenta también que somos parte de un entorno globalizado al cual debemos adaptarnos para una eficaz comunicación e interacción individual e interinstitucional. Para sustentar lo anterior, me permito retomar algunos conceptos que se expusieron en el “Décimos Seminario Internacional de Lengua y Periodismo - Manuales de estilo en la era de la marca personal”, que se realizó en octubre de 2015 en España, y cuya lección inaugural estuvo a cargo del escritor colombiano Héctor Abad Faciolince. Él, entre varias afirmaciones, hizo las siguientes: […] “Aunque soy todo menos un experto, me temo que debo anotar algo sobre el tema de este encuentro, los «Manuales de estilo periodísticos». Estos no son inútiles; nuestra lengua está llena de insidias, trampas, zancadillas, y al redactar uno siempre duda si poner las comillas antes o después del punto, o si escribir con mayúsculas o minúsculas el «a.m. y el «p.m. de ante y post meridiano, o si el plural de colibrí es colibrís o colibríes. Conviene que en un mismo periódico, en un portal de noticias o en un blog, este criterio no cambie en cada página, y que en la primera no escribamos Irak con k y en la quinta Iraq con q. A la hora de hablar o de escribir, todos tenemos simpatías, antipatías y prejuicios lingüísticos. Estos son tan caprichosos como los antojos en las embarazadas: raros e inmotivados. Pero debemos ser tolerantes y curiosos con las manías ajenas, y ponernos de acuerdo, para que sea más fácil leernos y comprendernos entre los distintos y distantes usuarios de este mismo idioma. La unidad no es un asunto de imperio, sino de claridad y de comodidad de lectura…” (El resaltado es mío) […] No sé si ustedes estarán de acuerdo, pero a mí me parece un poco antipático controlar cómo se peina, cómo se viste, cómo come, cómo habla y cómo escribe la gente. Sin embargo, uno no puede ni vestirse ni comer ni hablar como le dé la gana siempre y en todo lugar. Solo lo puede hacer hablando solo, estando solo, comiendo solo. Y como no vivimos solos casi nunca, y como escribimos para otros, existen estos manuales que, sin embargo, creo que no deberían ser de etiqueta gramatical, sino más bien de higiene lingüística, es decir, de claridad, porque la lengua es un medio de diálogo y de comprensión”. (El resaltado es mío) (Ver bibliografía) De otro lado, traigo a colación un concepto del reconocido filólogo español, Alberto Gómez Font, quien en una conferencia que ofreció en Lima (Perú), en febrero de 2015, afirmó: “El manual de estilo de una empresa busca la excelencia en el uso de la lengua y en algunos casos es elaborado para obtener «prestigio social»”. En esa ocasión, Gómez Font destacó además que: “Es positivo que cualquier empresa tome la decisión de tener cierto interés en que sus documentos estén bien escritos”. (Ver bibliografía) En general, en esta primera entrega de “Hacia un manual de estilo cohesionador”, artículo que gira en torno a los manuales de estilo, me motiva primordialmente hacer precisión sobre la necesidad de estos en cualquier empresa. Es importante siempre tener en cuenta que estos son una guía estilística integral que cohesionan editorialmente la misión, visión y proyectos de una organización académica, pensados y aplicados conforme a los retos actuales del entorno educativo nacional e internacional. En una segunda entrega me permitiré ampliar este tema, centrado más en los elementos de los manuales de estilo y en las conclusiones del “Décimo Seminario Internacional de Lengua y Periodismo - Manuales de estilo en la era de la marca personal”, realizado en España.   Por: César Augusto Muñoz Restrepo Corrector de estilo institucional de Uniremington cmunoz@uniremington.edu.co Bibliografía web (mejor que “webgrafía” o “cibergrafía”): http://bit.ly/1LbhfWh y http://bit.ly/2vATQLn (Los Url tienen técnica de acortamiento aplicado) Imágenes copipegadas de: http://bit.ly/2vG5RhW, http://bit.ly/2xK07VK y http://bit.ly/2xukC9w  (Pixabay: banco de imágenes gratuito / Los Url tienen técnica de acortamiento aplicado).

Escribir para publicar, especialmente en la academia (y III)

En esta tercera ý ultima entrega de esta serie temática, reseño unas pautas adicionales que creo pueden ser útiles para ese esquema general que todos debemos tener en cuenta al momento de escribir con el propósito de publicar un escrito específico.   En esta tercera y ultima entrega de esta serie temática, reseño unas pautas adicionales que creo pueden ser útiles para ese esquema general que todos debemos tener en cuenta al momento de escribir con el propósito de publicar un escrito específico. En relación con el ítem de la segunda entrega: “Proceso para elaborar un artículo científico publicable”, agrego otros consejos básicos: Revise textos clásicos o buena literatura relacionada con el tema que usted está tratando y observe cómo inician esos escritos. Le pueden servir de modelos. Decida qué orden dará al texto, apoyándose en la tabla de contenido o esquema elaborado antes de la consulta bibliográfica. Es muy importante que el autor piense en el lector o público al que va dirigido su texto y le presente, en consecuencia, un escrito claro, coherente y que se constituya en una experiencia de aprendizaje. Para escritos en español, evite precisamente el uso de palabras que no estén españolizadas o que no tengan una circulación amplia entre el público al que va dirigido texto. Abstenerse de utilizar palabras mal configuradas o con fallas en su construcción gramatical. Por ejemplo: investigamiento, relacionamiento, discursividad, lecturabilidad, escriturabilidad, problémico, referencialidad, adultización, juvenilización, representacional, pedagogizar, internalizar, agendación, redimensionamiento, gerenciamiento, entre otras. Evite usar, en lo posible, lo que se denomina como: “frases hechas” o “frases de cajón”, las cuales, al final, poco o nada aportan al texto. Por ejemplo: “oposición en clave de resistencia”; “la lógica de la economía del consumo”; “la cultura de la violencia”; “la lógica racional de las necesidades” o “la lógica individual de las apariencias”; “reproducción en clave de caricatura”; “realzar la relevancia”; “estudios a nivel de deserción escolar”; entre otras. La importancia del método de escritura Muchos autores enfatizan en la importancia de un método de escritura, ya que este permite la elaboración del manuscrito mediante un proceso ordenado, coherente y lógico, reduciendo los esfuerzos de revisión y reescritura. Eso sí, es casi que imposible obtener la versión final en el primer borrador. Usualmente, los evaluadores interpretan “una presentación pobre del manuscrito” como una falta de interés o de rigor, de tal forma que se aumentan las probabilidades de que rechacen el texto. En este contexto, un proceso coherente podría resumirse en los siguientes tres pasos básicos: Preparar las tablas-figuras del manuscrito y los párrafos en que se discute sobre su contenido. Escribir las secciones del escrito, aplazando para el final los apartes de la introducción, las conclusiones y el resumen. Realizar la revisión final de estilo. El estilo El estilo tiene que ver en la forma como el autor escribe; si bien este es un aspecto subjetivo, existen unos principios básicos, y de alguna forma universales, que muchos autores reiteran en sus tratados sobre esta temática. Algunos parámetros, son: Oraciones precisas, concretas, informativas y simples, evitando las “verdades generales” o las frases que no aportan hechos concretos. Se debe facilitar la lectura usando frases y párrafos cortos. No se deben presentar explicaciones largas sobre principios bien conocidos o teorías que son propias del cuerpo de conocimientos especí-ficos de los potenciales lectores. Un principio de gran importancia: hay que separar los resultados de su interpretación (es una técnica que facilita la lectura). Hay que tener en cuenta que la escritura deficiente es una causa de rechazo por parte del editor, incluso antes de que los pares hayan revisado el manuscrito. Recomendaciones para la revisión del texto No se detenga en perfeccionar la escritura; lo primero es lo primero: escriba; luego, dé una mirada global al texto para empezar a hacer los ajustes que requiera. Lea como escritor y pregúntese: ¿se entiende este escrito?, ¿qué hay que mejorar?, ¿el escrito dice exactamente lo que está en mi mente? Lea como lector: incorpórese en la mente de su posible lector: ¿entiende lo que dice el texto?, ¿está de acuerdo?, ¿qué opinión le merece? Hable con un lector real: pídale a un colega que le dé su concepto sobre el texto. Recíbalo como un aporte para mejorar. Imagine un diálogo con el lector: ¿qué preguntas podría hacerle sobre su texto?, ¿cómo le respondería usted? Adopte una actitud crítica: relea el texto como si fuera un crítico implacable. Busque todo lo que los lectores puedan cuestionar. “No dore la píldora”; sea crudo en su crítica. Lea el texto en voz alta: el oído es un excelente medio para detectar cacofonías, falencias… ¿Le gusta cómo suena su escrito? Compare planes: retome la versión original, su tabla de contenido y compare con el texto ya terminado. ¿Ha olvidado algo?, ¿le sobra algo?, ¿responde a su pregunta inicial? Subraye o resalte: lea el texto y resalte lo que no le gusta. Así podrá ajustarlo hasta que quede satisfecho. No abuse de recursos como los conectores: pueden oscurecer más que aclarar su escrito. A modo de conclusión En la vida académica se pueden presentar aciertos y errores en la publicación de artículos. Un análisis intensivo de dichos aciertos y errores puede generar una mejora significativa en la aceptación de los artículos por parte de las revistas y congresos. En especial, los investigadores en formación, deben desarrollar habilidades de comunicación escrita y, particularmente, destrezas coherentes con la publicación de manuscritos científicos. Reitero: todo lo que he dejado plasmado en esta serie son aspectos que no configuran un “articulado normativo”, sino que se convierten en unas pautas flexibles, las cuales he compilado de diversos textos pedagógicos sobre redacción de textos y de conceptos de especialistas en esta temática.   Bibliografía recomendada:   CASSANY, Daniel. La cocina de la escritura. 6ª ed. Barcelona: Anagrama, 1998. CORREA RESTREPO, Lorenza. Actualización del lenguaje. 4ª ed. Primera reimpresión Medellín: Sello Editorial Universidad de Medellín, 2010. GRIJELMO, Álex. La gramática descomplicada. 1ª ed. en Colombia. Bogotá: Taurus, 2007. ICONTEC. Trabajos escritos: presentación y referencias bibliográficas. Sexta actualización. Bogotá: ICONTEC, 2008. INSTITUTO CERVANTES. Saber escribir. 3ª reimpresión en Colombia. SÁNCHEZ LOBATO, Jesús (Coord.). Bogotá: Aguilar, 2007. MOLINER, María. Diccionario de uso del español. 2 tomos. 3ª ed. Madrid: Gredos, 2007. PAREDES, Elia. Prontuario de lectura, lingüística, redacción, comunicación oral y nociones de literatura. 2ª ed. México: Limusa, 2008. REAL ACADEMIA ESPAÑOLA. Diccionario de la lengua española. Vigésima segunda edición. Madrid: Espasa Calpe S. A., 2001. REAL ACADEMIA ESPAÑOLA. Diccionario esencial de la lengua española. Madrid: Espasa Calpe S. A., 2006. REAL ACADEMIA ESPAÑOLA. Diccionario panhispánico de dudas. Bogotá: Santillana, 2005. SERAFINI, María Teresa. Cómo redactar un texto. Barcelona: Paidós, 1999. Imágenes copipegadas de: http://bit.ly/2khdAlO, http://bit.ly/2vpVT5L  y http://bit.ly/2oGXSPQ  (Pixabay: banco de imágenes gratuito / Los URL tienen técnica de acortamiento aplicado). Por: César Augusto Muñoz Restrepo Corrector de estilo institucional de Uniremington cmunoz@uniremington.edu.co

Escribir para publicar, especialmente en la academia (II)
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Tal cómo me comprometí, publico una segunda entrega de esta serie (por ahora), cuyo contenido fue el segundo bloque de una exposición semididáctica o instructiva, que realicé en abril de 2016 en un evento organizado por la Vicerrectoría de Investigaciones de Uniremington realicé una exposición que denominé: “Escribir para publicar…” Proceso para elaborar un artículo científico publicable Tal cómo me comprometí, publico una segunda entrega de esta serie (por ahora), cuyo contenido fue el segundo bloque de una exposición semididáctica o instructiva, que realicé en abril de 2016 en un evento organizado por la Vicerrectoría de Investigaciones de Uniremington realicé una exposición que denominé: “Escribir para publicar…” Para retomar una ilación temática, en el escrito pasado resumí diversos aspectos acerca de las generalidades sobre la diversidad del texto y los textos académicos, enfatizando en el artículo científico. En esta ocasión, reseñaré diversos elementos que hacen parte del proceso para elaborar un artículo científico publicable, aclarando que son aspectos que no configuran un “articulado normativo”, sino que se convierten en unas pautas flexibles, las cuales he compilado de diversos textos pedagógicos sobre redacción de textos y de conceptos de especialistas en esta temática.    Pautas preliminares Elección y delimitación del tema: puede ser mediante un mapa conceptual o un cuadro sinóptico; se facilita la búsqueda de las fuentes. Planteamiento del contexto en el que se ubica el tema (época histórica, condiciones socioeconómicas, estado del conocimiento y de la ciencia en el momento en el cual se inscribe el tema). Éste es un elemento imprescindible para su comprensión y explicación. Recopilación de material sobre el tema: si el objeto de estudio es un intangible (teórico), probablemente las fuentes y los instrumentos sean textos; pero si el objeto es tangible muchas de las fuentes pueden no estar escritas aún: encuestas, entrevistas, trabajo de laboratorio, audiovisuales… Lectura y ordenación de los documentos: elaboración de fichas. Las fichas pueden ser: de cita textual, de resumen o de reflexiones o ideas que surjan después de la lectura. Unificación de las reflexiones surgidas de la lectura: juicios de valor: razonamientos sólidos que resulten convincentes.   Esquema de redacción Quien escribe debe hacerlo con la perspectiva de su futuro o potencial lector. No se trata solo de escribir por escribir o por publicar. Lo que el investigador escribe debe tener importancia para alguien (el mismo que le dará sentido a la publicación). En este esquema hay dos elementos inseparables: La expresión: elementos propios de un escrito científico (claridad, orden, sencillez, precisión y concisión). Estructura externa y forma de presentación.   Igualmente, es importante tener en cuenta las siguientes características: Acomodar las ideas a los párrafos: aunque los párrafos estén formados por varias oraciones, en conjunto, deben expresar una sola idea. Utilizar adecuadamente los marcadores textuales o conectores: permiten la ilación. Evite las repeticiones innecesarias, las cuales no contribuyen a aclarar las ideas; al contrario, las hacen más confusas y únicamente sirven para abultar el texto. Evitar las frases hechas o de cajón, como por ejemplo: “Este es mi humilde aporte…”, “Queremos contribuir con un granito de arena”… A veces expresan una falsa modestia que nada tiene que hacer en este tipo de textos. Permitir que un tercero lea su trabajo antes de cerrar el proceso, así no se sienta cómodo. Una persona ajena al texto puede observar algunas “fallas” o elementos que al autor se le pasen por alto en su propia revisión. Elementos claves para un hilo conductor de la redacción Al llegar a este parte del proceso de redacción, surge la pregunta que casi todos nos hemos hecho: ¿por dónde empiezo? A continuación, compilo algunas recomendaciones que pueden ayudar a encontrar el hilo conductor del artículo:  La idea piloto: es recomendable elaborar una oración completa que sirva de guía. Es válido recordar, que para que haya oración debe haber un verbo conjugado en forma personal. Por ejemplo, si el tema fuera sobre educación y desarrollo, la idea básica de partida podría ser: “La educación es el motor del desarrollo” o “Sin una sólida educación no podrá haber desarrollo • sostenible”… A partir de la idea piloto se configuran las demás ideas que van a componer el texto, siguiendo un orden determinado. Relacionar la idea piloto con un contexto, esto es, con su experiencia personal. Por ejemplo: ¿qué sucede en usted cuando lee un aviso que dice: “Leer es cultura”? Intente describir su reacción ante este mensaje: qué conducta asume usted; qué sensación le produce: rechazo, acatamiento, se une a la campaña, por qué lo hace, etcétera. Nota: la lista bibliográfica de apoyo la detallaré en la última entrega de esta serie.Continuará… Imágenes copipegadas de: http://bit.ly/2tmfNg8, http://bit.ly/2uINdsD, http://bit.ly/2uQ11mi y http://bit.ly/1LKrjE0  (Pixabay: banco de imágenes gratuito / Los URL tienen técnica de acortamiento aplicado). Por: César Augusto Muñoz Restrepo Corrector de estilo institucional de Uniremington cmunoz@uniremington.edu.co

Escribir para publicar, especialmente en la academia (I)

El segundo artículo que publiqué en Edublog, en la categoría “Educación”, lo titulé: “Leer para escribir…” (6 de abril de 2017). El segundo artículo que publiqué en Edublog, en la categoría “Educación”, lo titulé: “Leer para escribir…” (6 de abril de 2017). Y hago esta acotación introductoria para fundamentar el artículo actual: “Escribir para publicar, especialmente en la academia”, el cual considero es una pertinente continuación de ese primer texto en el que afirmé en su entradilla: “Dejo a su consideración esta reflexión en la cual enfatizo al final sobre el buen hábito de leer para intentar escribir para otros y no para nosotros mismos”. Debo incluir una apostilla adelantada: en abril de 2016, realicé una exposición que denominé: “Escribir para publicar…”, en un evento realizado por la Vicerrectoría de Investigaciones de Uniremington en el auditorio de la institución. Precisamente, me permitiré retomar la estructura resumida de esa ponencia, en dos entregas, proponiendo algunas pautas que coinciden en diversos textos especializados en esta temática y que se orientan especialmente al público universitario. Generalidades sobre la diversidad del texto ¿Cómo te imaginas tu artículo? Desde el punto de vista de su estructura interna, los géneros discursivos, y en particular los géneros académicos y científicos, se caracterizan por el predominio de un tipo de secuencia: Narrativo: presenta una historia, expone un suceso o una serie de sucesos. La trama narrativa se caracteriza por presentar hechos organizados temporalmente o basados en una relación de causa-efecto. Importa también el contexto en que suceden los hechos y los personajes que hacen parte de ellos. Descriptivo: presenta objetos, personas, lugares, sentimientos, utilizando detalles concretos; pone en evidencia la percepción que tiene el autor a través de sus sentidos. La trama descriptiva presenta especificaciones y caracterizaciones de objetos, personas o procesos a través de sus rasgos distintivos. Se acumulan datos e impresiones, lo que permite aprehender el objeto descrito como un todo. Expositivo: presenta y explica ideas, sujetos y argumentos; aclara fines y muestra la organización; explora y presenta información; se basa en hechos y objetivos; informa, describe y explica, y busca claridad. Por ejemplo: informes, exámenes, cartas, ensayos, manuales, literatura científica, noticias, entrevistas, etcétera. Argumentativo o persuasivo: presenta hechos, problemas, razonamientos de acuerdo con una opinión, que normalmente es la del autor. Se organiza una demostración a partir de un tema, proposición o hipótesis. Se explican y confrontan ideas, se acumulan pruebas, se ejemplifica y se llega a determinadas conclusiones que pueden ser explícitas o no. Tiene como objetivo influir y modificar opiniones. Pone énfasis en el intelecto o las emociones. Por ejemplo: ensayos, artículos de opinión, ensayos, cartas, editoriales, literatura científica, etcétera. En general, es válido anotar que en los géneros académicos hay un notable predominio de la secuencia expositivo-explicativa y de la argumentativa. Los textos académicos Los más comunes en este ámbito, son: el informe de lectura, el resumen, la relatoría, el protocolo, el ensayo y el artículo científico. Informe de lectura: composición que tiene como propósito fundamental suministrar una determinada información sobre otro texto (escrito, auditivo, visual o audiovisual) y desplegar, de forma expositiva, un análisis y una síntesis alrededor de él. Importante: el informe de lectura debe aprovecharse para ampliar el vocabulario; aportar ideas que enriquezcan el bagaje conceptual y hacer comparaciones y deducciones al establecer relación con conocimientos previos. El resumen: síntesis de un texto constituido por ideas principales, el cual debe caracterizarse por la coherencia con la estructura del texto original y el paralelismo en la exposición. Importante:  Lo mejor es no subrayar apartes en la primera lectura porque todo puede parecer importante o esencial. Es conveniente organizar las ideas de izquierda a derecha. Esta sugerencia obedece a que en nuestra lengua (cultura) empezamos a escribir por la izquierda. En breve, las ideas principales deben ubicarse a la izquierda, mientras que las secundarias o de apoyo, a la derecha. En general, el resumen también debe ser revisado para realizar los ajustes de ortografía, sintaxis y puntuación necesarios para que el texto sea claro y coherente. Las relatorías: ejercicios de reflexión individual sobre las lecturas previas a un encuentro académico. Las relatorías son reflexiones u opiniones que son producto de la lectura que cada quien haya hecho. No debe confundirse con un resumen. Su propósito fundamental es formular en forma clara y explícita los problemas e interrogantes planteados por el texto. El ensayo: puede definirse como la libre expresión de ideas argumentadas. Reflexiona sobre un tema, pero no lo agota. Su extensión es variada. Importante: cuando el ensayo oscila entre las dos y las tres páginas, sobran los subtítulos. Cuando tiene un número de páginas mayor puede recurrirse a varios sistemas: uno, subtitulando; otro, separando las partes significativas del ensayo con numerales. Además, es preciso que cada uno de los apartes del ensayo estén interrelacionados o con una ilación bien construida. “Los ensayistas de oficio saben que las verdades son provisionales, que toda doctrina contiene también su contrario, que todo sistema alberga una fisura. Y el ensayo, que es siempre una búsqueda, no hace otra cosa que “hurgar” o remover en esas grietas de las estructuras. Digamos que el ensayo -puro ejercicio del pensar- es el espejo del propio pensamiento”. (Vásquez Rodríguez, Fernando. El ensayo: diez pistas para su composición. Ver: http://bit.ly/2uLBbeW) El artículo científico: es un aporte a la comunidad científica. Cada área del saber utiliza métodos y formatos propios. En general, el artículo científico es un producto de investigación. Por ello, tiene una estructura base para su presentación. Estructura:  Resumen: entre 200 y 400 palabras que describen el contexto en donde se ubica el problema y el resultado general de la investigación. Palabras clave: entre cuatro y ocho palabras (o frases) que indiquen de qué trata el texto. Es muy importante la selección de estas palabras, pues ellas servirán de base para la búsqueda de los textos, sobre todo, en internet. Introducción: es un texto en el cual se describen brevemente los principios o teorías que sustentan el trabajo, el problema de investigación que se trata de resolver en el trabajo propuesto, los referentes teóricos en los que se apoya y los objetivos propuestos. Cuerpo del trabajo: es el estudio en sí, normalmente estructurado en varias partes o capítulos con sus respectivos subtítulos. Para los títulos se recomienda mayúscula fija y para los subtítulos solo mayúscula inicial. Continuará… Imágenes copipegadas de: http://bit.ly/2sNGedr, http://bit.ly/2sNzyfq y http://bit.ly/2tu8nbF (Pixabay: banco de imágenes gratuito / Los URL tienen técnica de acortamiento aplicado). Nota: la lista bibliográfica de apoyo la detallaré en la última entrega de esta serie. Por: César Augusto Muñoz Restrepo Corrector de estilo institucional de Uniremington cmunoz@uniremington.edu.co

La utilidad del corrector de estilo para la comunidad académica

Estaba en mora de editar una segunda entrega complementaria (a la que me comprometí) del artículo: “Pilares gramaticales básicos en el mundo académico”, la cual se publicó el 30 de mayo de 2017 en Edublog (categoría “Educación”), en la intranet institucional de Uniremington. Precisamente, en el artículo al cual hago referencia, afirmé que es pertinente ampliar un poco más el “argumento del por qué es útil que la comunidad académica tenga claras las funciones de un corrector de estilo y redacción, y la importancia de interiorizar las pautas de ese proceso para editar sus productos académicos, literarios, comerciales y hasta de relaciones públicas y corporativas”.  De ahí el título de este breve escrito: “La utilidad del corrector de estilo para la comunidad académica”. Así como en la primera entrega, en esta ocasión retomo la mayor parte del artículo que publiqué en En – Torno, periódico institucional de Uniremington (septiembre de 2016), y el cual titulé: “Redacción con estilo… (y 2) - Perfil y funciones de un corrector”. “[…] Vale recordar, por ejemplo, que son esenciales los pilares gramaticales para un buen escribir. Ahora bien, enfatizo en que la corrección de estilo va más allá de escribir bien o subjetivamente bonito, por lo cual se trata es de aplicar conocimientos específicos sobre una disciplina –la lingüística– en los escritos, para que todo mensaje que se transmita se comunique con la efectividad y la coherencia gramatical pertinentes en cualquier texto que vaya a cualquier audiencia lectora. Hace poco participé de un curso masivo en línea implementado por “México Digital” (Televisión educativa) y la Secretaría de Educación Pública de México (SEP), y el cual se denominó: “Inducción a la corrección de estilo”. Precisamente, varios conceptos que aquí expreso, los retomo de ese curso formativo y de actualización sobre esta la labor específica de un corrector de estilo editorial. Pues bien, respondiendo en gran parte a ese interrogante, retomo literalmente un argumento que se acentuó en el curso del cual hice mención: ‘[…] En el área editorial, la corrección de estilo se refiere a la revisión que se hace de los originales con el fin de corregir erratas, gazapos, galimatías y detectar errores ortográficos, morfosintácticos o lexicosemánticos; de sentido, o sea, la coherencia global, local y la cohesión entre párrafos; y el estilo editorial de la empresa, institución o dependencia, lo cual se refiere a la normativa en cuanto a tipografía, elección de términos permitidos (extranjerismos, préstamos, neologismos, anfibologías, por mencionar algunos), guarismos, acentuación de diacríticos, estilos de citación y referencias (APA, Chicago, Vancouver, MLA, Oslo, entre otros), etcétera’. (Retomado de: http://bit.ly/2sr1Y1U) Se recomienda que toda organización, empresa o institución, formalice un manual de estilo: ‘El manual de estilo es una herramienta que contiene todos los criterios relacionados con la tipografía, singularidades gramaticales, convenciones ortográficas, especificaciones bibliográficas, minucias de escritura de segmentos legales y cualquier otro tema que se requiera tomar en cuenta para la redacción de un material. En ocasiones, también incluye características de ilustración, diseño, animación o programación (si es el caso). Se utiliza en los medios de difusión impresa y sirve de apoyo en el proceso de evaluación de la calidad, para comprobar que el producto textual acabado cumpla con los estándares y no contenga errores relacionados con el idioma y demás criterios que se convengan en dicho manual’. (Retomado de: http://bit.ly/2sr1Y1U) Pautas básicas para un corrector de estilo En la primera entrega, di una puntada haciendo alusión a que ese “estilo” que se pule, es el que indudablemente soporta un buen escrito, una exposición y hasta aquellos escritos impregnados de demagogia que abundan en el mundo (muchos en Colombia). En este contexto se puede hablar entonces de que el corrector de estilo tiene unos deberes. Para el efecto, me permito hacer una paráfrasis de un aparte del curso: “Inducción a la corrección de estilo” del que participé recientemente, enumerando algunas de esas pautas: ‘Aunque parece obvio, no lo es tanto: un corrector de estilo debe saber con la mayor certeza posible, cuáles fuentes de consulta puede utilizar para resolver aquellas inquietudes que surjan en el proceso de revisión de los textos. […] El corrector de estilo, no por prevención frente al autor, debe “desconfiar” del texto y, al mismo tiempo, confiar en su intuición. En ese orden de ideas, no debe dar por hecho que una palabra que “le suene mal” está mal escrita o viceversa. Hay que consultar la fuente más apropiada. Aunque es la experiencia la que da ciertos atributos al corrector de estilo, hay que madurar ese “sexto sentido” para sospechar o descubrir plenamente un plagio. Para constatar, en la actualidad existen diversos buscadores de internet o softwares especializados para detectar estos “fraudes” en los textos’. […]   Los autores del curso “Inducción a la corrección de estilo”, en el cual me baso en gran parte para la elaboración de este artículo, literalmente afirman:   ‘La profesión (del corrector) no es fácil y se complica más porque se tiene el tiempo muy justo. Sin embargo, es una labor muy noble, pues se contribuye a que el mensaje que se desea transmitir sea comprensible para los receptores’. (Retomado de: http://bit.ly/2sr1Y1U)    Finalmente, una corrección de estilo siempre será recomendable y una corrección ortotipográfica es indispensable e imprescindible”.   Imágenes copipegadas de: http://bit.ly/2ttYHgC ; http://bit.ly/2sBW2Bx  y http://bit.ly/2ogkKbP   (Pixabay: banco de imágenes gratuito / Los URL tienen técnica de acortamiento aplicado). Por: César Augusto Muñoz Restrepo Corrector de estilo institucional de Uniremington cmunoz@uniremington.edu.co

Escribir todo en mayúscula, ¡GRITA!

El 15 de mayo de 2017, publiqué en “Edublog” (blog institucional de Uniremington alojado en la intranet “Unired”), el artículo “Educándonos en netiqueta…”. En dicho escrito, solamente mencioné someramente como un consejo que “[…] no escribas en mayúsculas sostenidas; ello equivale prácticamente a gritar, a no ser que esa sea la intención […]”. El 15 de mayo de 2017, publiqué en “Edublog” (blog institucional de Uniremington alojado en la intranet “Unired”), el artículo “Educándonos en netiqueta…”. En dicho escrito, solamente mencioné someramente como un consejo que “[…] no escribas en mayúsculas sostenidas; ello equivale prácticamente a gritar, a no ser que esa sea la intención […]”. Pues bien, sigo observando diariamente en manuscritos y bocetos de estudiantes, e incluso de profesores, un uso indiscriminado –aunque creo, no malintencionado–, de palabras o frases extensas en mayúsculas sostenidas, y sin ningún sustento. Y es por ello que me atrevo a dedicar una reflexión más amplia al uso indebido –desde los puntos de vista gramatical y de estilo– de las mayúsculas en nuestro idioma español. Comienzo con un diálogo imaginario de un chat “AMIGABLE” con una persona “novelesca”: - Señor Corrector, ¿sobre que tratará la columna de esta edición? - La verdad, no sé… - ¿CÓMO?,  ¿NO SABE? - Apenas estoy pensando… Ya sé: las mayúsculas sostenidas y lo desagradables que son en un texto normal… - ¿Y ESO SÍ LLAMA LA ATENCIÓN PARA LEER? - Primero, por favor no me grite; segundo, de pronto sí, quizá no… lo que sí sé, es que con solo mayúsculas no voy a llamar la atención del lector. ¡HASTA OTRO DÍA¡ Aclaración: las falencias ortotipográficas son propias del interlocutor “novelesco”. Como cualquier tema que no esté involucrado con las ciencias exactas, el asunto de la objeción de “NO ESCRIBIR FRASES TOTALMENTE EN MAYÚSCULAS”, es discutible, subjetivo y hace parte del gusto de cada quien, sin adjetivar. La cuestión es que, sea de nuestro agrado o no, las normas y protocolos albergan desde la forma en que debemos nacer y hasta el ideal de nuestro fin mundano. En todo caso, dentro de mi parcialidad y ortodoxia frente al buen escribir para una cualificada comunicación, me uno al equipo del resto del mundo que, firme y radical, opina que un texto, parcialmente o en su totalidad, con caligrafía netamente en mayúsculas es “AGRESIVO”, dificulta su “LECTURA” y su secuencia, además de ser poco estético y agradable. En una de mis fuentes de consulta primarias –Diccionario Panhispánico de Dudas de la Real Academia Española– encuentro lo siguiente: “Mayúsculas. La escritura normal utiliza habitualmente las letras minúsculas, si bien, por distintos motivos, pueden escribirse enteramente con mayúsculas palabras, frases e incluso textos enteros (→ 2); pero lo usual es que las mayúsculas se utilicen solo en posición inicial de palabra, y su aparición está condicionada por distintos factores.”  (Tomado de: http://lema.rae.es/dpd/ - Artículos temáticos – Mayúsculas) Es válido reiterar que hasta para el uso de la Internet, especialmente en lo referente a los blogs y al intercambio de mensajes y correspondencia a través del correo electrónico, hay unas normas o recomendaciones en este mismo sentido. Ya sabemos que es un protocolo denominado “Netiqueta”  y que agrupa una serie de convenciones que “ordenan” (así lo dice el sitio web que consulté y que referencio más adelante) el comportamiento en espacios virtuales. Netiqueta de las mayúsculas Al respecto, Netiqueta incluye en el listado las siguientes orientaciones: “10. Utiliza mayúsculas y minúsculas correctamente. LAS MAYÚSCULAS DAN LA IMPRESIÓN DE QUE ESTUVIERAS GRITANDO. Ni que decir tiene que, escribir líneas y párrafos enteros en mayúscula, es de pésima educación”. Pero como casi todo en la vida, hasta este tipo de normas contempla sus excepciones. Para la muestra, la irreverente publicidad, por lo general nos hace latente el predominio de las mayúsculas sostenidas en sus diseños. También los textos jurídicos, administrativos e informativos nos hacen saber del poder de sus letras en altas; no es coincidencia la sensación psicológica de agresividad y autoritarismo que ellas generan. Sobre este aspecto, el  Diccionario Panhispánico de Dudas de la Real Academia Española, afirma: “[…] 2.2. Se utiliza la escritura en mayúsculas con el fin de destacar determinadas frases o palabras dentro de un escrito. Así, suelen escribirse enteramente en mayúsculas: […] d) En textos jurídicos y administrativos —decretos, sentencias, bandos, edictos, certificados o instancias—, el verbo o verbos que presentan el objetivo fundamental del documento: CERTIFICA, EXPONE, SOLICITA. e) En textos de carácter informativo, las frases que expresan el contenido fundamental del escrito: Por orden expresa de la dirección, se comunica a todos los empleados que, a partir de ahora, ESTÁ PROHIBIDO FUMAR DENTRO DE LAS DEPENDENCIAS DE LA EMPRESA. f) Los textos de los carteles de aviso, para asegurar su visibilidad: SE RUEGA NO FUMAR; PROHIBIDO EL PASO. […]” (Tomado de http://lema.rae.es/dpd/ - Artículos temáticos – Mayúsculas) Para finalizar, parafraseo otras opiniones resumidas que me encontré al respecto en mi rutina de navegar por la internet. Así, por ejemplo, alguien argumentó que muchas personas escriben frases enteras en mayúsculas sostenidas con la equivocada creencia de que pueden evitar poner tildes o cierta puntuación; o que otros lo hacen por egocentrismo; incluso, hay quienes dicen que tratan de ayudar al miope. En fin, de estos mínimos supuestos podrían salir razonamientos amplios que no cubriríamos con miles de letras altivas y soberbias. En cualquier caso, mi opinión terca y radical es que escribir todo en mayúscula, ¡GRITA! Imágenes copipegadas de: https://goo.gl/T35EQM  y https://goo.gl/kvjTXn  (Pixabay: banco de imágenes gratuito / Los URL tienen técnica de acortamiento aplicado). Por: César Augusto Muñoz Restrepo Corrector de estilo institucional de Uniremington cmunoz@uniremington.edu.co